Lo que aprendemos no es Pseudociencia

De vez en cuando, casi como si fuera una batalla interminable, alguien sale en redes sociales a manifestar un pensamiento radical e invalidante sobre cualquier “pseudociencia”, y a veces un poco más allá de ellas, en un ataque puntual sobre una determinada persona.

Casi siempre la lectura de esas “reflexiones”, que contienen más ignorancia que puntos válidos a ser tenidos en cuenta, me toman en la calle o ya cansado como para sentarme frente a la pantalla a redactar lo que hoy estoy compartiendo.

Comencemos con definiciones básicas y puntuales para saber de qué estamos hablando.

La pseudociencia es un conjunto de declaraciones, métodos, creencias o prácticas que se presentan como científicas o basadas en evidencia, pero que no siguen un método científico reconocido y validado.

Ahora bien, por definición, extraemos que para ser considerada pseudociencia una práctica o creencia debe tener dos características:

  • Presentarse como científica o basada en la evidencia
  • Seguir un método científico reconocido y avalado.

Es decir, deberia presentarse como un conocimiento científico. Y recordamos que la ciencia es un conjunto de conocimientos sistemáticos comprobables que estudian, explican y predicen los fenómenos sociales, artificiales y naturales que nos rodean.

La relación que existe entonces entre ciencia y pseudociencia, tiene que ver tanto por la posibilidad de explicar el mundo físico que nos rodea en términos físico-químicos, siguiendo un método científico (que consiste en la observación sistemática, medición, experimentación y la formulación, análisis y modificación de hipótesis; y cuya característica principal es la falsabilidad y la reproducibilidad y repetibilidad de los resultados, corroborada por la revisión realizada por pares.) obteniendo finalmente los resultados que darán lugar a la evidencia.

Ahora bien ¿En dónde caen las religiones, el chamanismo, la astrología, el tarot, el reiki, etc., etc., etc. para ser vapuleados con el peyorativo de “pseudociencia”? En ningún lado.

Si las ciencias duras quieren debatir filosóficamente o negar la factibilidad de las ciencias sociales ad eternum, quienes somos legos en esas materias, poco tenemos para aportar a una discusión que no nos pertenece.

Nuestro ámbito de incumbencia son saberes no científicos. Y aunque el método a través de los cuales obtenemos esos saberes es a través de la experimentación empírica (Porque es inherente al ser humano aprender a base de prueba y error desde que somos infantes) es impensable que un saber no científico intente presentarse como tal.

El error parte de pararse en una posición de analizar (sobre analizar) la existencia de los demás como si todos quisieran ser yo y quisieran hacer lo mismo que hago yo. Pues no, los saberes no científicos no pretenden sustituir a las matemáticas, ni a la física, ni a la química, ni a la medicina, ni a la psicología. Ésta última considerada pseudociencia por las anteriores. No podrían hacerlo.

Los saberes no científicos, se ocupan de un área que la ciencia no puede explicar aún, y quizás aun no sea prioridad para ella, el componente espiritual de ese ser humano compuesto por moléculas y procesos químicos que aun estando en perfecta salud física y mental mira las estrellas despues de un día totalmente normal de trabajo contribuyendo al desarrollo de la sociedad en la que vive y se pregunta qué más podría haber allí afuera, qué ocurrirá despues de que la última corriente eléctrica apague todo su sistema físico. ¿Existe algo que no ve, que no se haya podido explicar por las leyes de una ciencia exacta, natural o social y que haya afectado una decisión o un pensamiento a lo largo de su día? Esa es la incumbencia de los saberes no científicos, otra área, que no pretende explicar en la modernidad discusiones sobre el mundo físico que ya han sido zanjadas por otras ciencias. Discusiones que pueden reavivarse en el futuro entre pares en post de nuevas formulaciones que lleven a un avance científico de la sociedad toda, que serán celebradas mas no debatidas por éstas otras áreas.

Cuando alguna ciencia exacta o biológica pueda explicar en base a sus métodos científicos los fenómenos del mundo espiritual que los saberes no científicos vienen cubriendo hace cientos y cientos de años, se podrá abrir el debate, porque será ese el momento exacto en el que la astrología, el chamanismo, el tarot, el reiki y otros tantos saberes no científicos, requerirán entrar en una discusión epistemológica que permita dar nuevas explicaciones de ese “otro mundo” del que se ha renegado y relegado tanto. Ni el oscurantismo ni el fanatismo fáctico salvaran al mundo, sólo la comprensión de la inmensidad de conocimiento que nos queda por descubrir para seguir evolucionando como especie.

Samhain Lights
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